Sora, la nueva herramienta que permite crear vídeos a partir de instrucciones de texto y que, de momento, se encuentra en una fase de “pruebas de laboratorio” es el nuevo prodigo de la inteligencia artificial que han creado los ingenieros de OpenAI.
La guerra por el cetro de la inteligencia artificial ha vuelto a encumbrar a OpenAI este mes de febrero en el mismo día en el que Google pretendía dar un golpe de efecto con la presentación pública de Gemini y sus impresionantes capacidades. La sustituta de Bard, con mayor capacidad de recepción de información que cualquier plataforma (ocho veces más que Chat GPT-4 Turbo) es la más rápida y eficiente hasta el momento.
Sin embargo, poco después, OpenAI hizo públicos sus avances con Sora. Los ejemplos que muestra la empresa propietaria de Chat GPT han sido, precisamente, la clave diferencial en la comunicación del nuevo producto con respecto a Gemini. Vídeos muy realistas que impresionan por su capacidad disruptiva, en este caso de la industria audiovisual.
Pero la ambición de la empresa que dirige Sam Altman va más allá. Microsoft, de la mano de OpenAI está dispuesta a competir por la hegemonía de Google en las búsquedas de Internet, aunque en este entorno surgen nuevas propuestas bajo el paraguas de la inteligencia artificial.
El negocio de OpenAI
El potencial de negocio de OpenAI no tiene límites. Sam Altman, CEO de la compañía, busca fondos por valor de 7 billones de dólares para impulsar la creación de chips de inteligencia artificial. En paralelo, la empresa profundiza en la IA general a través de Q Star, su proyecto más ambicioso, y avanza en la creación de nuevos productos, como un asistente personal, “un nuevo tipo de sistema operativo que podría cambiar por completo la forma de interactuar con el ordenador”.
Los analistas apuntan que OpenAI está a punto de facturar 2.000 millones de dólares. La participación de Microsoft en la compañía impulsora de ChatGPT ha logrado disparar el valor de su acción hasta superar a Apple como la empresa con mayor valoración del mundo. Entre tanto, Alphabet trata de recuperar el paso cambiado con la actualización de Gemini, un rebranding de Bard pocos meses después de su lanzamiento.
Así, mientras persiste la disrupción digital de la inteligencia artificial, las empresas tratan de adaptarse al nuevo entorno con formación y asesoramiento para no perder el tren de esta nueva tecnología y quedar fuera de juego.
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